Las tareas del pensamiento:
Nos debemos encomendar a una nueva tarea que nos obliga la interpretación deleuziana, la problematización del pensamiento como forma recreativa de la reflexión. Es claro que el encuentro con este autor, siempre intangible o tangencial, es una experiencia filosófica particular, distinta y valga el guiño de ojo, diferente. Es la forma en la que concebimos el mundo que nos rodea lo que pide un cambio de sus fundamentos, las formas de la representación heredadas desde el prístino aparecer del pensamiento occidental, el platonismo, que se conformó como regla de la percepción dictaminando el campo de la vida y de la verdad.
La obra de Deleuze, en este sentido, se propone la mentada inversión del platonismo, y a través de ésta logra plantear una nueva bajada de las formas de la reflexión, dejándonos a sus lectores con una serie de herramientas con las cuales enfrentar las insignias de la representación: el eterno retorno, como retorno de la diferencia, el acontecimiento, el rizoma, entre otros. De esta manera es que la posición de los pensadores, y de la formación de esos pensadores, depende exclusivamente de su descentramiento en un acto creativo y la sucesiva reformulación de los cánones académicos de la filosofía.
Es de esta manera que la elaboración de cualquier tipo de categorización de este tipo de filosofías llamdas, justamente, de la diferencia, es pecar de incomprensión de formulación y en muchas formas es entregarse a las facilidades que impone el acatamiento de las leyes de lo académico y de criticar dentro de límites preformativos.
Debemos preguntarnos entonces no ya por la fundamentación de la filosofía, sino justamente, por la posibilidad de una tercera síntesis, donde el sujeto se disuelve y solo queda el impulso o la intensidad de sus acciones.
Rodrigo Martín.
26 de ocubre del 2010.
26 de ocubre del 2010.
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