Se secan las hojas en otoño, y con ella se seca el murmullo vivo de los árboles, quedando solo el suspiro profundo de las matas muertas.
Se seca la piel, y con ella se seca la suave caricia del tacto, quedando el sentido temporal irremediable de las arrugas de vejez.
Se seca la piel, y con ella se seca la suave caricia del tacto, quedando el sentido temporal irremediable de las arrugas de vejez.
Se secan las gotas, y con ellas se secan los dibujos de la ventana lluviosa, quedando la trágica calma del después de tormenta.
Y hay veces en que se seca la vida, y con ella se seca la gracia del destino, quedando sola la furia del alma herida.
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