Raudo y veloz se mueve por las tinieblas el chispazo de vida que me viene a iluminar. Se posa, se levanta, irrumpe vuelo fugaz con su centelleante llamado. Flota y vuela como un colibrí en el laberinto recto pero oscuro, ni atrás, ni adelante, solo el chispazo y yo. Suspiro y doy el primer paso, la vida toda delante de mí, contracción de existencia y contracción de vida, doloroso como el parto imaginario de la creatividad, creo y resuelvo a partir de la nada.
El todavía tímido fulgor se posa en mi nariz como burlando mi necedad, me quiere despertar, sacarme del pálido sueño en el que me oculte, onírica sin razón de mi ignorancia consciente, siempre putrefactamente consciente.
El chispazo extrae de su diminuta y profunda espontaneidad mil chispazos más que salen a mí encuentro, el corazón se me hincha y parece que va explotar, sacude el alma inconsciente el nuevo feto de mi genial locura. Chilla su primer suspiro que lo salva del particular ahogo de venir al mundo, inhala la insensible humanidad que lo va a acompañar por el resto de su eternidad.
El chispazo es ahora sol de mi creación, finalmente ha nacido una idea.
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