De fisuras y recuerdos
Esporádicos mensajes y una reivindicación del flujo de lo nunca olvidado, voces tenues, sordas y lejanas. Un fantasma que nos arrastra al desamparo de esa mirada distante, tristes sinfonías para un réquiem de algo hermoso. Las formas del acontecer, es decir, lo que nos pasa, es como un vacío en el lienzo de la vida, es aquella fisura por la que se cuela todo vicio, la presencia de la ausencia, la totalidad de uno mismo que no es otra cosa que un espaciamiento. Encontrando complemento en los instintos y siempre en busca de llenarse, se fundamenta en la muerte.
El instinto de muerte tiene, en este caso, la función de dar cabida al vacío y de provocar la ausencia. Por eso pretendemos, en el deseo de cumplimentar cierta presencia, el llenado de la ausencia originaria y la búsqueda de una completud infatigable, inaccesible, he incluso, onírica. Es en él en el que se construye el espíritu de todo arte que provenga del profano reino de lo pútrido, vehemencia de un bello grito de agonía, cardinal punto de infección de las almas sensibles, esfuerzos de los grandes recuerdos y de los grandes acontecimientos.

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