Canción narrativa para la ingenuidad de mí vejez
 Las arrugas me indican las frustraciones de los sueños incumplidos, las canas expresan lejanías de mi amor sempiterno, igual a ella le importa ahora todo un cuerno.
Poco a poco veo perderse el brillo en mi mirada, soy señuelo útil a la muerte, para poder seducir a la vida con sus canalladas.
Soy daga de experiencia que se hunde en la carne de todas las pasiones, desfallecen ilusiones, se construyen proyecciones, la mensura dictamina por sobre toda  la locura.
Los dolores se acumulan con las risas, como los recuerdos se encapsulan con todo aquello que pisas.  
Soy juguete de un destino, esclavo de un camino y el Caronte del sentido.  
Soy objeto de la espera, sujeto del deseo, recorro mis olvidos como todo un creativo. Cada vez que lo pienso siento un sutil orgullo, el pasado siempre malo, el futuro inexistente, resta acomodase, al presente insolente.
Hoy la risa es fundamentada, y es que tuve toda una infancia viviéndola amargada.
En el auge de este chiste, que otros llaman alma, yo solamente pienso en cómo hacer para tocarla.

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