Taller de expresión artística a cargo de Rodrigo Martín
Hace tiempo que se nos brinda el arte como forma de encuentro con las emociones. La mayoría de las veces es el verdadero campo de apertura por donde recreamos los nuevos espacios, las nuevas formas e ideas, en las que se valora el peso del sentir por sobre el pensar. Pero usualmente dedicamos gran parte de nuestro tiempo a reflexionar sobre los problemas de lo cotidiano, olvidándonos de que de la mano del arte podemos hacer saltar la vara de todo lo cotidiano y reinventarnos en mundos fantásticos, repletos de formas y colores. Así, pensar en el arte, muchas veces significa hacer arte para vernos a nosotros mismos, la expresión es aliento y respiro de nuestra propia personalidad sensible, la cual volcamos en una hoja, una tela, una madera, donde reinventamos el mundo y lo configuramos siempre de acuerdo a nuestras emociones.
En la búsqueda de un respiro al agobiante campo de nuestras ajetreadas actividades, hemos de permitirnos un reordenamiento que sepa dirigir la vista de lo práctico, pero esta vez, hacia nosotros mismos, una preocupación por nosotros mismos, un saneamiento de la personalidad colmada de la pesadumbre de una oficina. ¿Cuántas veces sentimos que debemos dejar de preocuparnos por los problemas del día, darnos un espacio relajado para poder aligerar las emociones y dejarlas fluir de la incertidumbre de lo cotidiano?
Para poder generar una personalidad artística, se requiere, en primer lugar, de la constitución de este espacio, de un lugar desde el cual se pueda compensar esa sensibilidad, por medio de una instrucción abierta y terapéutica acerca del arte; vale decir que, por medio de una orientación contenedora que brinde la suficiente libertad para cada alumno, se logre hacer escapar la capacidad creativa que nos permita realizar el mejor recorte y encuadre del mundo, particular para cada sensibilidad. La común ortodoxia en la didáctica artística suele llevar a perder toda capacidad expresiva, ya  que, por lo general, se orienta en el llenado continuo de técnicas artísticas, teniendo por fruto no más que una gran frustración. Nuestra propuesta, contrariamente, pretende poder sacar a relucir la intimidad de cada alumno, para que él mismo pueda constituir su propio artista, su propia formación en su sensibilidad y que permita trabajarse a sí mismo a través de su recorrido en la exploración artística.
Formularnos como artistas conlleva, para nuestro taller, una recreación de nuestra sensibilidad, que denote nuestro propio toque como un sello de la personalidad. Creamos obras artísticas como forma de impregnar nuestra realidad desde una sensibilidad hacia el mundo, una suerte de conmoverse con el mundo y de sentir a partir de uno mismo la belleza que en éste abunda, la cual olvidamos en la velocidad de nuestras actividades. Por ejemplo, en el reparar en la danza al viento de un pasto que se atreve a crecer en la fisura del hormigón, enamorarse con el beso de dos ancianos, admirar el paso altivo de una paloma, levantar la cabeza para ver las sombras del follaje de un árbol muy alto, inventar figuras con las formas de las nubes… En pocas palabras, reestructurar la realidad desde una reparación estética de nuestra sensibilidad.  

Nuestros alumnos
Santiago (24 años): Trabaja desde hace unos años como empleado en una empresa de logística. Busca en el taller un reencuentro con el arte, el cual conoció por medio de su difunta madre cuando era chico. Revaloriza, en cada uno de las clases del taller, una nueva forma de ver el mundo, que lo acerca cada vez más al desarrollo de una capacidad que hasta ahora permanecía dormida. 
Natalia (26 años): Se desempeña como gerente en un banco. En el intento de escapar a la agobiante estructura de su trabajo, se ha orientado hacia una pluralidad de actividades que la acerquen más a cierta espiritualidad latente. Encuentra en el taller un lugar para esparcir su capacidad creativa, alucinando con nuevos horizontes, en los que logra imaginar mundos llenos de vida y de colores.
Zulma (65 años): Bioquímica. Luego de realizar una profunda carrera artística desde hace ya más de diez años, busca en las clases del taller un reencontrarse con cierta sensibilidad y soltura de su capacidad expresiva, una forma de innovar y recobrar su pasión por el arte.
Mónica (38 años): Gerente de hotel. Sintiéndose siempre inclinada al mundo del arte, Mónica experimenta en el taller una forma de encontrar su identidad artística propia y particular; explorando sus emociones logra conectar con lo que hace irrepetible cada una de sus obras.

Rodrigo Germán Martín
Cel.: 155.626.0303
-----------------------
Acerca del Arte
En cierto sentido el hacer es realmente inevitable, todos debemos actuar y el mundo nos obliga que cada vez seamos más veloces, más efectivos, midiendo el tiempo y considerando todas las consecuencias de nuestros actos. Es por eso que se hace, se obliga y se impone una nueva necesidad, una de la cual tampoco podemos escapar, en la medida que justamente, que queremos escapar de la esfera de uno mismo, una acción que haga colapsar a la velocidad, a los objetivos efectistas, a la medición analítica del tiempo, una acción necesaria que escape a las limitaciones que el mundo de hoy impone de forma tan controladora y severa. Somos maquinas deseantes que deseamos más allá de lo que coherentemente llamamos vida, hundirnos en un campo superador es imaginar en un mundo de infinito deseo satisfecho, un campo proyectivo que trascienda todo espacio tiempo posible. La única de entre las formas humanas alcanzadas hasta la fecha de expresión espiritual que permite ahondar en este campo, es el arte. El arte es fuente de vida pasional expresiva, es suelo de la necesidad de espíritus libres, liberados y en vías de liberación. Buscamos a través del arte un refugio de la vida cotidiana, una terapéutica de las emociones y una revolución para todo espíritu que se sienta en sus acciones, algo más que una economía de vida.
El arte nos permite sobrevivir en el revivir la libertad para toda vida, camino directo del uno mismo en un mundo que pretende negarlo, una crítica revolucionaria de reencuentro con el mundo circundante, un acordarse del espíritu.
Por tanto, tomen sus pinceles, tomen sus lápices, tomen lo que tengan a mano y hagamos arte, repensemos al mundo y difundamos al sentido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario