Al lector ausente
Porque tiene el derecho, porque me dejo, porque soy juguete y títere de sus deseos, cada vez que se encasilla mi mente en su pensamiento, vuelvo a encontrarme indefectiblemente con las emociones que niego, la distancia es auxilio pasajero y una vez más escribo para que nadie lea. Mis musas niegan mi nombre tres veces antes que caiga mi letra. Soy el escritor del aire, un artista del trapecio, alto, lejano y ya fuera de todo escenario, las cartas son para remitentes desconocidos, desaparecidos o ausentes. Las líneas flotan para ellos, salen de mis manos como espejos del alma que se expresa. Siempre pienso en eso, en quienes leerán mis espacios flotantes, quienes se encontrarán con mi vacío y con ese gran hueco que trato de llenar con letras. Por eso escribo para él, mi lector desaparecido, mi nudo de emociones y el espejo de mis sentimientos, que siempre es augurio de una presencia, la que delata con firmeza la negación que mi corazón cuenta.

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