Ese día finalmente me percate de todo, ese día me di cuenta de mis perdidas, me di cuenta de mis errores, ese fue el día en el que comprendí todo lo que había hecho mal, todo lo que había abandonado y perdido en las nubes del sopor y la imaginación. No sé si fue la torpeza de haberme quedado mirando, si fue el silencio universal que escuche en ese momento, si fue la tormenta de dolor, o si simplemente fue verte perdida en sus ojos lo que hizo que me despabile de mi último gran sueño. Tal vez era tu mirada, esa mirada que tantas veces me habías dirigido, esa mirada que sólo decía con su brillo, con su ternura, con su amor, o lo que sea que me hiciste creer que sentías con tu bella actuación de mujer enamorada. O tal vez hayan sido tus manos acariciando febrilmente su rostro, atrapando lo que nadie puede atrapar, sosteniendo la solemne imagen, diciéndole a él que es lo que más te importa en el mundo, tal vez por eso es que no te percataste que yo estaba perdido viendo como volabas hacia su cuerpo. En el momento no pude actuar, me inmovilice nuevamente, como tantas otras veces ya lo había hecho cuando aún te tenía a mí lado. Aunque ¿Qué hubiera podido hacer? ¿Sobresaltarme? ¿Enojarme?, acaso ¿Desfallecer?, con qué sentido, si ya todo estaba perdido, era otro al que besabas. Igualmente podría matar por tus ojos, podría hacerle padecer los dolores más horrorosos, podría convertirme en el más sádico de los asesinos. Pero el problema eras vos, te veías tan feliz, tal como nunca lo he podido lograr, tal como nunca lo hubiera esperado. Es por eso que decidí volver, dar la vuelta y volver, volver al camino que nunca caminé, para ver si allí finalmente te dejaría ser feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario